La foto de la brisera fue regalo del Tio Camilo cuando me casé con Víctor van Iterson . Desde entonces es mi adorno de navidad cada año . La compañera de la brisera me la regaló Zanahoria y cuando tengo una cena las coloco las dos y aprovecho de echar el cuento otra vez..
Mi abuelo Arturo Berti le decía a sus 6 hijas: “Todos los enamorados dan fama” me imagino, que un poco preocupado por la empresa de casarlas a todas, pero esta estrategia (de la fama) no le hizo falta por que todas consiguieron en Boconó, aislado del mundo en esa época, unos grandes partidos que todavía no me explico.
Tengo un enamorado que nunca estuvo enamorado de mí pero del que me quedó la fama. Un día vino a Palmita mi tío Arturo Luis Berti con su cuñado Camilo Tosti, llegaron de paseo a Boconó ¡Cielos me tocó a mi ser la anfitriona! Yo estaba feliz de tenerlos en casa, pero estresadísima de cumplir bien con mi papel, gracias a Dios mis vecinas colaboraron con arepitas y mojo para los desayunos, insumos para el almuerzo y cena, todas sabían que me tenían que hacer quedar bien con los huéspedes de honor, agradezco mucho la solidaridad de mi vecindario.
La bondad de Tío Arturo, la delicadeza del Tío Camilo, la prudencia de ambos me hicieron sentir que el empeño no fue en vano y que su pase por la Palmita en mi casita de campo fue tan grato como la lectura del “Vientecito suave del amanecer con los primeros aromas” de Ramón Palomares.
Nos hicimos amigos, paseamos por caminos de tierra y piedras, visitamos a los campesinos y tomamos el café en tazas que a veces salían con una plumita de gallina que andaba por allí cerca. Y el tío Camilo con flux, corbata, zapato de suela y pullover. Cuando se fue un campesino me tocó la puerta y me preguntó: “Calelo, ¿verdad que a su casa llegó un príncipe?....... ”
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