Amapola Risquez Vera (sobrina nieta)

Recordar al Tio Camillo es hablar de historia. Quien iba a pensar que alguien sería capaz de vivir tantas experiencias desde el invento del teléfono, hasta la computadora, internet, celular y GPS.

Sus cuentos nos hacen viajar en el tiempo y aprender de historia a través de sus experiencias.

Nos llevan a la Primera Guerra Mundial cuando nos cuenta las historias de su papá. A la Segunda Guerra Mundial con sus experiencias en el desierto. Nunca pensamos escuchar que alguien pasaría más de un año sin bañarse, ni tampoco que lucharía en la misma guerra que su papá, aunque en países distintos. Que sería prisionero de guerra y que a pesar de ello le permitirían terminar sus estudios y hasta salir a pasear bajo juramento. Que buenos tiempos aquellos con gente honorable en ambos bandos.

Sus cuentos también nos llevan a los tiempos mozos de Nápoles. A lo bonita de la ciudad, al puerto y la costa, a sus hermanas y cuando conoció a la Tia Italia. Cuando la visitaba y la pretendía. Le da pena contar detalles y siempre se escapa de esas preguntas con esa risa particular que sólo él tiene.

Otra pregunta que siempre responde con discreción es la de "la mafia", pero con su maravilloso sentido del humor nos ha contado entre líneas de las pugnas entre ellas y de lo cuidadosos que debíamos ser con "La Sacra Corona Unida" al viajar a Pugglia.

Sus historias también nos llevan a los tiempos de oro de Maracaibo cuando ayudó al Abuelo Salvador por unos años. Siempre nos comenta como disfrutaba las fiestas, a Venezuela y a su gente.

Recordar al Tío Camilo sin incluir a la familia Tosti Cupello es imposible. La Tia Italia era muy especial y cariñosa. Sus visitas a Venezuela eran las mejores. No sólo por lo chévere de verlos sino también por las galletas Bucanneve y los chocolates Giandugiotti. Carlitos era genial. Me acuerdo de él cuando visitaba Venezuela y hacíamos esos viajes divinos en familia. No se por qué lo recuerdo siempre con una camisa amarilla manga corta, short playero, sebagos sin medias, sus lentes grandes de ver y un cigarro. Helge es inigualable. Quien iba a pensar que una nórdica pudiese aguantar la vida de una familia italo-venezolana junta llena de gritos y locuras pero con el mayor de los afectos. Monica y Miriam son lo máximo. Miriam y Federico han llenado esa casa de ilusiones con Sara y Danielle. Y Moniquina con su espiritu libre nos ha acompañado en todo momento. Es una ciudadana del mundo: Italiana, Belga (aunque no le guste mucho), Española y Venezolana sin igual. Su risa es absolutamente contagiosa.

No podemos dejar de mencionar las largas conversaciones políticas que tenemos con el Tio Camillo. Le encanta hablar de política con nosotros. Siempre nos pregunta por Venezuela, su futuro y sus líderes y especialmente por nuestro jefe. Podemos pasar horas soñando con una Venezuela bonita y próspera. Como buen diplomático que es prefiere no tomar posiciones cuando le preguntamos sobre la política en Italia. Siempre nos dice: "No soy ni de derecha ni de izquierda". Esperamos que algún día nos confiese su preferencia.

Tio Camillo, gracias por compartir esas aleccionadoras experiencias de vida con nosotros, gracias por hacernos viajar por la historia y dejarnos saber que con esfuerzo podemos llegar a vivir tantas historias como tu.

Gracias por esas buenas conversaciones con un buen Ron.

Gracias también por ser parte de esta familia que te quiere tanto y te admira con cariño y respeto.

Feliz 100 cumpleaños y que sean muchos más para seguir oyendo tus historias.

LuisMa y Amapola